Tras
el suceso de su primer disco Pearl,
lanzado en 2013. El músico brasileño
Rubel Brisolla se tomó su tiempo y ahora nos otorga Casas, un disco que se aleja de la lógica folk de
su predecesor y abraza la mixtura musical de géneros diversos como el samba, la
bossa y el hip hop.
Cinco años pasaron desde que el músico carioca Rubel
Brisolla presentó su primer disco titulado Pearl,
allá por 2013. Aquel era un trabajo independiente y muy personal, que daba
cuenta del paso del músico por la ciudad de Austin, Texas. Ese encuentro
musical propició la línea que siguió el disco: la de un folk calmado y
melancólico con intervenciones de banjo y acordeón como destacados. El álbum
tuvo una muy buena recepción por parte del publico, y como canción más
destacada se recuerda a Quando bate
aquela saudade, cuyo video musical tiene más de veintinueve millones de
visitas en YouTube.
Pero cuando pasa tanto tiempo entre un disco y otro,
siempre se espera un trabajo a la altura del anterior o incluso superador de
éste. En Casas, disco lanzado en
abril del presente año, Rubel cambia por completo la ecuación y nos otorga una
placa en la que prima la mixtura musical de géneros como el hip hop, bossa,
samba, ambient y -por supuesto- algo de aquel estilo folk que lo caracterizó
siempre. Se trata de un álbum más "cerebral" y de una elaboración más
cuidada que su predecesor Pearl (en
palabras del propio Rubel), pero no por ello estamos ante un trabajo frío ni carente
de emociones: si en Pearl, podíamos
advertir cierta lejanía, la principal virtud de Casas es su cercanía y calidez.
A partir del tema instrumental introductorio poblado
de instrumentos de cuerdas, nos damos cuenta que estamos ante un trabajo
completamente diferente de Rubel, y en seguida en Colégio asoma lo identitario del disco, puesto que se trata de una
canción cálida que evoca los tiempos de la infancia y la adolescencia en la
escuela, poblada rítmicamente por beats, instrumentos de cuerda y samples, con
cierre de instrumentos de viento. Esta canción, junto a Cachorro y Pinguim,
aportan una continuidad sonora y hacen al primer bloque del disco.
El samba aparece en Casquinha, canción de rápida factura que ayuda a levantar el clima
("Deja/ que el canto salga ruin/ desde que venga del corazón// Va a honrar
la fuerza que te hace cantar/ va a honrar la fuerza que te hace cantar").
En Mantra, retornan los vientos y la
percusión que hacen a la canción muy llevadera y cuenta además con la acertada participación
del rapero Emicida ("Somos polvo de estrellas nada más/ Frutos del azar,
sueltos en el tiempo como nubes/ Luces que cortan horizontes cuando surgen/
Ciclos que cierran, saca así como tu vienes").
En Explodir
("explotar") el clima anteriormente creado se corta. Se trata de una
canción dulcemente melancólica, que sigue la línea de Pearl y en su ritmo lento contradice totalmente lo que su título
parece indicar. Con gran parecido al estilo de Marcelo Camelo, Rubel canta
"Y aunque nos sacasen/ la fuerza del otro, y de uno,/ podríamos ser
gigantes/ en un último acorde". El tema cuenta con el cierre de un solo de
violín que lo potencia, y sin duda se convierte en el gran quiebre del disco,
de tal modo que parece dividirlo en dos partes, y -por supuesto- es uno de sus
puntos más altos.
En Chiste, todo
dolor parece ceder para dar lugar a las sonrisas. De nuevo se cuenta con la
participación de un rapero como Rincon Sapiencia, que en su intervención nos
deja una de las frases más comentadas y compartidas de este disco: "Quién
dice que el hombre no llora/ con certeza no colabora/ Las lágrimas son como
Temer/ Necesario colocar afuera". Le sigue el instrumental de cuerdas Fogueira, que desde su título parece
indicarnos que los dolores y la melancolía deben ir hacia ese lugar: la hoguera
(o el fuego de la chimenea).
El cierre tiene dos canciones muy buenas: la primera, Partilhar, es sin duda la más
representativa del disco y su punto más alto, tanto por la participación de las
cuerdas y los vientos, así como las intervenciones del teclado. En cierto punto
parece que dialoga con Quando bate aquela
saudade: "Si es necesario, yo creo alguna máquina/ Más rápida que la
duda, más súbita que la lágrima/ Viajo con mucha fuerza, y en un instante de
nostalgia y dolor/ Llego para decir que vine a verte". La siguiente
canción, Santana, parece devolvernos
a cierto clima melancólico y ambiental, al punto de parecer sumamente hogareño,
pero asoma tranquilamente optimista para
redondear lo que, en principio, nos sugería el título del disco. Rubel canta:
"Pero ya pasó/ No vuelve más/ Y lo que se vio/ Quedó atrás", y en
definitiva todo se trata de eso, del retorno a la tranquilidad del hogar,
después de tantos pesares y tanta nostalgia, todo parece siempre retornar al
mismo lugar.
Casas termina siendo un trabajo que mezcla más ritmos que
su predecesor, y sin embargo su unidad no se pierde en ningún momento. Los
temas instrumentales hacen a una correcta subdivisión del álbum y ayudan a separar
bien los climas creados en éste. En comparación con Pearl, se extrañan un poco las letras de aquél álbum; además, de a
momentos Casas puede hacerse un poco
largo. Pero eso es normal, después de cinco años de espera, lo lógico es
entregar buen material y con una duración esperable, y este nuevo album de
Rubel sin duda cumple con esta premisa.