(foto: Camila Sánchez) |
Era viernes a la noche.
Viernes lindero con el sábado. El día había sido de una temperatura agradable,
habiendo alcanzado los 22°. Esa noche tocaba Funes el Memorioso, una de las
pocas bandas del under argentino que suelo recomendar y con la cual he tenido
oportunidad de compartir fechas cuando tocaba el bajo en mi anterior banda,
Coronados de Hambre. La última vez que los vi fue en Melonio, hacia septiembre
del año pasado, después ellos tocaron en otras oportunidades pero me los perdí,
quizás por mi manía de tener que esperar
un cierto espacio de tiempo entre cada recital al que asisto.
Había estado pensando durante
el día en la relación del periodismo con la música: ¿cómo conciliar ambas
cosas? Si bien parece estar imbricadas porque el periodismo ayuda a que las
bandas emergentes tengan conocimiento público, también hay cierta molestia de
algunos músicos (no todos) en que su música sea catalogada, rotulada,
etiquetada. Es la vieja cuestión de la originalidad la que está en juego acá,
pero también lo está la cuestión de la realización consciente e inconsciente de
la música. Uno cuando escribe tiende a efectuar comparaciones, pero es sólo para pisar terreno
conocido y no moverse en arenas movedizas. Lo cierto es que la música es algo
que está en una constante renovación, y cuando se encuentra algo nuevo, por
supuesto que se tiende a pensarlo en función de lo que ya se ha visto. El
jueves anterior al recital había leído una nota en la que Johnny Rotten
defenestraba la labor de los periodistas porque decía que ellos opinaban sobre
lo que otros hacían. Mi pensamiento entonces gira en torno a la propia labor
que he tenido como músico, pero también pienso que al escribir estas crónicas o
reseñas de discografías y recitales, en este momento no integro ninguna banda y
que, al fin de cuentas, he venido desarrollando la escritura de crítica musical
a la par que me he desempeñado musicalmente. Como los escritores consagrados
que no le huían a la crítica literaria.
(Foto: Camila Sánchez) |
Vuelvo a ver a Funes
después de más de un año y tras una inactividad bastante prolongada en lo que
va del año: la del viernes/sábado es la primera vez que tocan en este 2016. El “toque”,
como suelen decirle los uruguayos, tiene lugar en una casa en el barrio de
Caballito, barrio de clase media que no destaca por poseer lugares en los que
toquen bandas. El escenario está improvisado en un patio, al lado de una
escalera donde se ubica el dj que pasa un set ramonero y del escueto espacio de
la barra del lugar. Tras una brevísima prueba de sonido, Funes el Memorioso se
dispone a tocar; sus integrantes siguen siendo los mismos: Alejandro Isaías
Núñez en batería, Nus en guitarra y voz y Emanuel Ferreira en bajo. Arrancan
con La infamia, un tema con toques a
lo Pavement. Y es que Funes siempre me recuerda a esas bandas norteamericanas
de la escena alternativa de finales de los 80 y principios de los 90 como la
mentada Pavement, Dinosaur Jr, Yo La Tengo y alguna más que se me escapa, pero
también al primer y tercer disco de Teenage Fanclub y, para tener referencias locales, se puede apreciar cierta similitud con algunas subidas y bajadas de los primeros discos de Juana La Loca. Éstos son
destellos que uno agarra en el aire, similitudes para engrosar la descripción
de su sonido, que encauza el “flash” (ese concepto tan argentino) del rock por una
buena senda y tiene arranques de distorsión bien logrados (de ahí la
comparación con Dinosaur Jr.). Sigue Horologium,
también de su primer EP y luego un triplete de temas consecutivos con la
entrada bastante punkie de Sónico, la
psicodelia tranquilizadora de Blue (ambos
temas nuevos) y el “caballo de batalla” que es Sueño sucio, el único tema con estribillo y que hace un corte
preciso en la noche que es elogiado por el público presente. Funes es una banda
que elude las soluciones fáciles que priman en el indie argentino de hoy y no
tienen problemas en seguir explorando nuevas formas de organizar los temas,
algo que se va dando con el tiempo, pero también se va dando con la temática,
bien lejos de cualquier lógica naif,
por eso da gusto escucharlos. Cierran el recital con temas nuevos como Limerencia (¿neologismo de título?), Amazonia y Sofía. En este último tramo se destaca la batería, que realiza muy
buenos cierres y tiene momentos en los que solea, acelera y vuelve a bajar a
tierra con mucha presteza. El guitarrista realiza un buen manejo de los pedales
y aunque la voz por momentos se ve atenuada, no desentona. El bajo se escucha
más sólido que antes y por momentos, cuando se lo escucha aisladamente, pega en
el pecho con su sonido.
(Foto: Camila Sánchez) |
Mi capacidad de recordar se puede haber visto reducida, pienso en el personaje
de ese cuento de Borges que le da nombre al grupo, aquel uruguayo Ireneo Funes,
con su memoria prodigiosa, que recordaba cada cosa en su unicidad
espacio-temporal. El Funes que yo vi no es el mismo de 2015: se los nota más
consolidados como grupo y, a pesar de la larga inactividad, o de contar con
apenas un par de ensayos antes de esa fecha, parece que el libreto se sabe de
memoria. También me entero de que están planeando grabar nuevo material de
estudio que suceda al EP homónimo que lanzaron en 2014. Los que bien hemos
podido escuchar la música de Funes el Memorioso, lo esperamos con ansias: Es
que las memorias no pueden esperar, siempre se están desarrollando ahí, de manera
consciente e inconsciente, viniendo desde la orilla de algún sueño (¿sucio?).
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Y, por si acaso, les digo que vale escuchar el primer LP de Funes el Memorioso. Se encuentra fácilmente en YouTube, o haciendo click acá.
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