domingo, 3 de julio de 2016

Ecos del Valle





El día sábado había arrancado con una certeza: ya estábamos en el famoso “segundo semestre” de la administración macrista. Segundo semestre que arrancó como el primero: con los bolsillos exangües. Pero tenía ganas de salir pese a la lluvia que ya me había empapado en varias oportunidades ese día. Aún así, me sirve quizás como metáfora: hay que empaparse si se quiere lograr las cosas. 

Pienso en que a la noche voy a ver a El Valle de Uco después de más de un año. Las cosas cambiaron desde entonces. Rememoro el momento y reflexiono si acaso esa primera intuición florida no había sido producto de la elevada ingesta de alcohol de aquella noche o un acto reflejo debido al estrés y el nerviosismo ante cualquier situación social.  Esa noche comprobé que no había sido así.

En el espacio del Centro Cultural Dínamo, cerca del Abasto, se confunde el escenario de lumpenaje local andante y los chicos y chicas que vienen a ver algún recital en alguno de los reductos que todavía quedan en esta ciudad cada vez más excluyente. Apostado en la pequeña grada y tras un cortometraje sobre el canibalismo un tanto innecesario, los vuelvo a escuchar.

Temas como Malflash en Consti, Día tras día, Sentado junto al río, Marisol, Ella es dueña de esta tormenta, Somos mucho más o Tránsito al cinismo mezclan en dosis justas la canción, el Groove funky, y ciertos recursos reconocibles en el indie y el surf junto a un experimentalismo que, de a momentos, parece desbocarse pero siempre llega a terreno conocido. La voz de Héctor Julián Mansilla con cierto reverb ayuda a crear atmósfera, lo mismo que los coros muy acertados y típicamente indie de la bajista Cecilia Cabrera, Iván Lev y Toto Rovito (que se alternan la batería y la guitarra acústica) más los punteos justos y las incursiones pedaleras de la guitarra eléctrica de Luciano Fernández. A todo eso sumémosle la adición de un trompetista invitado que no desentonó con la ocasión, pese a que la sumatoria de vientos siempre se torna riesgosa en lo sonoro si no se toman ciertos recaudos. 

En resumidas cuentas, los chicos de El Valle de Uco confirmaron mi intuición de hace más de un año. Que van por el camino correcto y ahora funcionan mucho mejor como banda, con cortes y pausas mucho más definidos e interesanres.

En síntesis, la experiencia de verlos en vivo es mucho más vivaz y energética que cualquier video que vayan a encontrar dando vueltas por la red. Lo cual mueve a desperezarse del sillón y atravesar la lluvia si es necesario para verlos.